Tiberio Claudio César Augusto Germánico, cuarto emperador romano de la dinastía Julio-Claudia, más conocido como Claudio, sobrevivió a las conspiraciones de su abuela, Livia, esposa de Augusto, y a las locuras de su sobrino, el célebre Calígula. Sin embargo, según cuentan los cronistas, murió envenenado por la que fuera su sobrina y también su cuarta esposa, Agripina, madre a su vez de su sucesor en el cargo, el megalomaniaco Nerón.
Una figura histórica verdaderamente interesante y del que hay una magnífica biografía novelada por el gran escritor y erudito inglés Robert Graves (Yo, Claudio y Claudio, el Dios y su esposa Mesalina). Estas obras fueron adaptadas, a mediados de los setenta, por la BBC en una serie de televisión mítica y añorada, Yo, Claudio, en donde Claudio era interpretado magistralmente por un Derek Jacobi en estado de gracia. Muy recomendables tanto la serie como las novelas.
Derek Jacobi como Claudio |
Robert Graves in the garden, Deya (Fuente: Robert Graves Photos ) |
Sobre la muerte de Claudio hay distintas versiones que lo único que parecen tener en común es que el Emperador murió después de haber ingerido un plato de setas, al que era muy aficionado. Si la trasposición de fechas a nuestro calendario es correcta, el hecho se produjo a mitad de octubre, momento en que comienzan a surgir estos manjares en los bosques recién regados por la lluvia y que no han sufrido aún los rigores del frío invernal. Es probable que se tratara de las primeras setas de la temporada y eso exacerbara la ansiedad y gula micológica del Emperador, de modo que obviara ciertas medidas de seguridad.
Si bien en cuanto a la autoría intelectual del magnicidio no hay demasiada duda acerca del papel central de la, por entonces, esposa del César, Agripina, sí existe en cambio cierta discusión acerca del arma homicida. La hipótesis que parece tener más seguidores apunta hacia un plato de setas envenenadas, que es distinto que decir de setas venenosas. También hay, incluso, quien duda de las setas y sugiere la participación del médico personal del emperador, Jenofonte, que le aplicó una pluma en la garganta con la excusa de facilitar el vómito de esas setas que presuntamente le habían sentado mal, cuando la propia punta de la pluma estaba impregnada de un potente veneno.
Sobre la hipótesis de envenenamiento con setas venenosas, se ha apuntado hacia Amanita phalloides, la oronja verde, como responsable. Es en cierto modo similar a la codiciada A. caesarea, en particular si se sonsumen los "huevos" de esta seta en lugar de la seta desarrollada. Los ejemplares desarrollados de estas dos especies, por contra, son bien diferentes y un buen conocedor, como pudiera ser Claudio (aunque fuera sólo como comensal y no recolector) los debería distinguir sin duda.
La Amanita phalloides cuenta entre sus componentes tóxicos a la alfa-amanitina. Este compuesto resulta ser un inhibidor del proceso de la traducción y, por tanto, impide la síntesis de proteínas. Uno de los principales problemas del envenenamiento con phalloides reside en que sus efectos no son inmediatos sino que el paciente empieza a sufrir las consecuencias de su ingesta pasado un tiempo relativamente prolongado, algo así como 48 horas. Cuando se detectan estos síntomas puede ser ya demasiado tarde para el paciente y su esperanza de vida, hoy en día, suele pasar por un urgente trasplante de hígado.
Para los interesados en este caso, recomiendo la lectura de este estupendo artículo de Joaquín Villalba Alvarez (2009): "Boletum medicum. La seta que mató al Emperador Claudio"
Sobre Amanitas también se pueden consultar en este blog estas entradas: Amanitas (1) y Amanitas y faloidinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario